The United Nations Office for Project Services (UNOPS)
Un camino arduo
Acceso a la atención sanitaria materna en Turkana (Kenya)
Desde el cielo, parece que la tierra amarilla y marrón esté abrasada. Salvo contadas excepciones, no hay ni rastro de las habituales muestras de desarrollo moderno. Pocas carreteras son transitables y escasean los edificios.
Grandes extensiones de tierra separan pequeños asentamientos, que consisten en agrupaciones de cabañas hechas con materiales de la zona, como ramas secas y tierra. La gente, envuelta en coloridas telas, se sienta en grupos bajo los árboles. Algunos portan bastones largos en la mano y caminan junto a rebaños de cabras, camellos o vacas.
- En una serie que consta de tres partes, exploramos la realidad del embarazo y el parto en uno de los condados más pobres de Kenya.
Nos encontramos en el condado de Turkana (Kenya), en la frontera con Etiopía, Sudán del Sur y Uganda.
Se trata de uno de los lugares más antiguos del mundo en los que existe constancia de que hayan vivido humanos. Actualmente es el hogar de la tribu turkana, que es la segunda comunidad de pastores nómadas más grande de Kenya después de la tribu masái.
Aquí, poseer ganado, especialmente el jorobado conocido como cebú, implica tener un estatus y es un aspecto fundamental de la forma de vida tradicional de esta tribu. Habitualmente, los hombres son responsables de cuidar del ganado, mientras que las mujeres construyen las cabañas, cocinan y se ocupan de los hijos. La promesa de nuevas fuentes de agua o pastos para sus rebaños puede desplazar asentamientos enteros a lugares que en ocasiones se encuentran a cientos de kilómetros de distancia.
La región se enfrenta a una de las peores sequías en la historia del país, por lo que resulta difícil encontrar fuentes de agua y las comunidades han tenido que desplazarse más de lo habitual en su búsqueda.
Los animales van tras el agua y nosotros los seguimos».
Según un informe reciente del Gobierno, el condado de Turkana cuenta con una población de aproximadamente un millón de personas, de las cuales un 87% vive en la pobreza. Los indicadores de desarrollo humano del condado están, en promedio, más de un 30% por debajo de la media nacional. Entre ellos, se encuentran las tasas de mortalidad materna e infantil, que se sitúan entre las más altas del mundo.
El mayor obstáculo al que se enfrenta la atención sanitaria es el acceso, en el que repercute principalmente la geografía y el medio ambiente del condado, así como el modo de vida tradicional de la tribu. El condado de Turkana tiene una superficie de más de 68.000 kilómetros cuadrados. Su población, relativamente poco numerosa, se divide en muchos grupos pequeños que se desplazan continuamente por este paraje inhóspito.
Al estilo de vida nómada se suman creencias centenarias profundamente arraigadas que contravienen los méritos de la medicina moderna en pro de los métodos tradicionales y que aplican curanderos, videntes y ayudantes en el parto. Las intervenciones quirúrgicas necesarias, como las cesáreas, a menudo se consideran una práctica vergonzosa y se evitan.
¿Qué son los indicadores de desarrollo humano?
- Son estadísticas generales del bienestar en todo el mundo e incluyen aspectos como la esperanza de vida, la educación y el poder adquisitivo.
Gilchrist Lokoel, un médico influyente en la zona, nació y creció en Turkana. Al hablar sobre la percepción que se tiene de la medicina moderna en la zona, nos explica: «Decantarse por una operación se equipara a practicar un ritual que te conducirá a la muerte. Para algunas personas, supone una abominación, en cierto modo, porque creen que no se puede tener un bebé por el abdomen. Yo soy una de esas "víctimas" que nacieron por el abdomen y a mi padre no le hizo ninguna gracia, es más, se sintió avergonzado porque era el líder de la comunidad. No obstante, todavía hoy en día resulta muy difícil convencerles de la necesidad de las cesáreas».
Bajo la sombra de un árbol en la remota aldea de Kangatosa y junto al único centro de salud de la aldea, las mujeres se congregan para ver a los trabajadores sanitarios. Algunas se encuentran en diferentes etapas del embarazo, otras tienen niños pequeños. Muchas describen cómo han tenido que caminar durante horas para llegar hasta allí. Unas pocas señalan la carretera que conduce a un campamento que han establecido para permanecer allí unos pocos días y acudir a la clínica para tratamientos prolongados.
A veces, las mujeres no pueden llegar a la clínica a tiempo y tienen que dar a luz por el camino. Se han dado casos en los que las mujeres han muerto desangradas».
Ruben nos invita a visitar las instalaciones, un edificio que alberga paritorios, almacenes y consultas. Recorremos el pequeño espacio abriéndonos paso entre cajas de equipos médicos y medicinas apiladas en cada rincón. El paritorio consta de una sola camilla situada detrás de una mampara improvisada, en una habitación que también contiene un ruidoso refrigerador que se utiliza para conservar a baja temperatura vacunas y otros medicamentos. Ruben nos explica que puede ocurrir que el centro se quede sin electricidad durante horas o, a veces, semanas enteras.
«Debemos ayudar al bebé a nacer cuando quiera venir al mundo, incluso aunque esté oscuro y no haya electricidad […]. Ha habido casos en los que el ayudante ha tenido que sujetar una linterna con la boca mientras atendía el parto», nos cuenta.
En este pequeño centro, se asisten partos sencillos durante la semana, pero cuando surgen complicaciones, como cesáreas necesarias y fístulas obstétricas, el centro remite a sus pacientes al hospital de referencia del condado, situado en Lodwar, a más de 45 kilómetros de distancia. Si no está disponible una ambulancia, se transporta a las mujeres en motocicletas y, a veces, incluso en bicicletas.
A unos pocos metros del centro, se encuentra una pequeña cabaña. Este espacio a la sombra, creado con palos atados y con un suelo de tierra, se erigió para proporcionar a las mujeres que se encuentran en las fases iniciales del parto un lugar donde esperar y, posteriormente, recuperarse después de dar a luz.
Cuando les preguntamos acerca de cómo supieron de la existencia de la clínica y por qué decidieron acudir a ella, muchas mujeres señalan a un grupo de gente que se distingue por sus chalecos azules: los voluntarios sanitarios.
Tras mantener conversaciones con los ancianos y los videntes de la aldea, a las que se unen mayores esfuerzos para crear conciencia sobre la importancia de los servicios sanitarios en el condado, estos hombres y mujeres, elegidos por miembros de sus propias aldeas, reciben formación sobre cuestiones relacionadas con la salud. Los voluntarios, que dedican su propio tiempo, son una parte importante de la solución al complejo problema del acceso a los servicios de salud.
Catherine Nasike, una de las voluntarias en Kangatosa, nos invita a experimentar cómo es un día en su vida.
Información sobre el proyecto:
Kenya tiene una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del mundo. Según información del Banco Mundial, por cada 100.000 nacidos vivos, aproximadamente 510 mujeres pierden la vida durante el embarazo o el parto. Para ayudar a resolver el problema, UNOPS presta apoyo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia con el objetivo de reducir la mortalidad materna y fortalecer los servicios sanitarios en cinco de los condados más afectados de Kenya. Turkana es uno de ellos.
Como parte de este proyecto de 12 millones de dólares, financiado por el Departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno del Reino Unido (DFID), se rehabilitaron 57 centros de salud para incorporar en ellos una amplia gama de tecnologías ecológicas y soluciones basadas en la energía solar, diseñadas para minimizar el uso de electricidad y proporcionar acceso al suministro de agua. Se impartió una formación de casi 500 días a voluntarios de la comunidad y a trabajadores sanitarios con la que se capacitó a más de 14.000 personas.
El proyecto se finalizó en junio de 2018 y las instalaciones se entregaron durante 2017 y 2018. Se estima que actualmente 1,6 millones de personas se benefician de ellas (según la población de la zona de actividad) en los cinco condados: Garissa, Homabay, Kakamega, Nairobi y Turkana.
UNOPS en Turkana
En Lodwar, el equipo del proyecto renovó la maternidad del hospital del condado, se modernizaron las habitaciones y se amplió el espacio para las mujeres y el personal que hacen uso de las instalaciones. Se ha construido un nuevo quirófano exclusivo para intervenciones quirúrgicas relativas a la salud materna e infantil.
En Kangatosa, se ha establecido una maternidad equipada con tecnologías ecológicas, financiada por el Fondo Internacional para el Clima a través del DFID, incluido el montaje de paneles solares y lámparas energéticamente eficientes que permiten que esta instalación sin conexión a la red funcione íntegramente con energía solar.