The United Nations Office for Project Services (UNOPS)
La erradicación de la malaria
En la subregión del Gran Mekong, trabajadores sanitarios y científicos trabajan contra el reloj para poner fin a la malaria de una vez por todas. Durante muchos años, la región ha sido el epicentro de la resistencia a fármacos contra la malaria, un fenómeno que amenaza con hacer fracasar a nivel mundial las acciones encaminadas a controlar la malaria.
La malaria se transmite por la picadura de mosquitos infectados y es una de las enfermedades más mortíferas de la historia de la humanidad.
La forma más peligrosa de malaria la causa el parásito Plasmodium falciparum. Se trata también de la forma más común de malaria. Si no se recibe tratamiento, puede causar la muerte. Además, lo que resulta aún más preocupante, en ciertas partes de la subregión del Gran Mekong, este parásito en concreto ha desarrollado resistencia a numerosas terapias combinadas basadas en la artemisinina, que constituyen las terapias más eficaces de las que se emplean hoy en día.
Fotografía
- ©UNOPS/Elise Laker
En 2017 se registraron alrededor de 216 millones de casos. Además, se calcula que la enfermedad ha causado la muerte de 435.000 personas y que el 93% de estas muertes se han producido en África, donde la malaria sigue siendo una de las causas principales de muerte entre niños menores de cinco años.
En toda la región, se están intensificando las acciones encaminadas a erradicar la enfermedad y a evitar que estas cepas resistentes se propaguen a otras regiones, como pueda ser África, el continente que sufre las peores consecuencias de la malaria.
El primer caso de malaria multirresistente se detectó en Pailín (Camboya), cerca de la frontera con Tailandia, en 2008 y se propagó con rapidez a China, la República Democrática Popular Lao, Myanmar, Tailandia y Vietnam. No obstante, ya habían tenido lugar casos de resistencia a tratamientos con un único fármaco en esta zona con anterioridad. En los años cincuenta, la cloroquina, un fármaco altamente eficaz contra la malaria en aquel momento, comenzó a perder eficacia, y en los años ochenta se habían extendido a África cepas resistentes, lo que exacerbó una situación ya de por sí funesta. Desde entonces, se siguen dando casos de resistencia a nuevos tratamientos de la malaria en esta ciudad fronteriza camboyana.
En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud recomienda cinco terapias combinadas basadas en la artemisinina para tratar la malaria por Plasmodium falciparum, pero en Camboya este parásito ya ha desarrollado resistencia a cuatro de estos cinco tratamientos. Si bien sigue siendo una incógnita para los científicos el motivo exacto por el que la fuente de la resistencia radica en un lugar tan inesperado como Camboya, se conoce a la perfección la gravedad de la situación.
Para los especialistas en salud pública como Naeem Durrani, coordinador de programa de UNOPS especializado en malariología, es urgente erradicar la malaria en la zona.
«La región corre el riesgo de perder todos los fármacos que son eficaces contra la malaria. Si esto sucede, estaremos frente a una auténtica emergencia de salud pública», alerta Naeem.
¿Qué es la artemisinina?
- La artemisinina se descubrió en 1972 y muchos la consideran un fármaco milagroso debido a su eficacia en el tratamiento de la malaria. Se extrae de la Artemisia annua o ajenjo dulce, planta que se emplea de forma tradicional en la herbología china. La artemisinina sigue constituyendo la base del tratamiento de la malaria. En la actualidad, se prefiere el empleo de terapias combinadas basadas en la artemisinina para tratar casos de malaria sin complicaciones.
Según el Sr. Durrani, mientras existan estas cepas multirresistentes, existirá la posibilidad de que traspasen las fronteras de la región y se propaguen a lugares en los que la infraestructura de salud cuenta con aún menos recursos para hacer frente a un brote de este calibre.
«Si estas cepas llegaran a, por ejemplo, África, sería una catástrofe. Muchas personas perderían la vida, sobre todo niños. No hay tiempo que perder; la única solución es la erradicación», afirma el Sr. Durrani.
El Sr. Durrani gestiona los fondos de la RAI2 Elimination, la segunda fase de la Iniciativa regional sobre la resistencia a la artemisinina (RAI) para la erradicación de la malaria en Camboya. Se trata de un programa de tres años financiado por el Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria y que se creó en 2017 para intensificar las medidas encaminadas a erradicar la malaria por Plasmodium falciparum en la subregión del Gran Mekong. Antes del programa, se habían realizado progresos notables en la reducción de casos de malaria, puesto que los casos registrados cayeron un 75% desde 2012. Sin embargo, muchas zonas remotas continúan siendo altamente endémicas.
«En el contexto de la erradicación, cuando disminuyen los casos de malaria, los casos que persisten se dan siempre en lugares de acceso extremadamente difícil. Se dan en algún lugar remoto en zonas alejadas de montaña, al otro lado de los ríos, en los bosques», afirma el Sr. Durrani.
La humedad de los bosques hace que estos reúnan las condiciones idóneas para los mosquitos y, no en vano, alrededor del 50% de la población mundial que corre el riesgo de padecer malaria vive en zonas boscosas. En los últimos años, el noreste de Camboya, con población dispersa y bosques densos y abundantes en recursos, está atrayendo a cada vez más migrantes en busca de oportunidades económicas. En estas zonas, las actividades más comunes consisten en la explotación forestal, desmonte de tierras, construcción y recolección de productos forestales, como hongos y bambú.
El uso de los bosques cambia constantemente según la accesibilidad, el clima y la demanda del mercado de determinados productos. Por ejemplo, en 2017, la aparición del samrong, un fruto poco común que crece cada cuatro o cinco años, hizo que muchas personas se adentraran de manera repentina en los bosques. Puede que dichas personas se beneficiaran económicamente gracias a las labores de recolección, pero su salud pagó un alto precio, ya que muchas contrajeron malaria.
Dentro de las medidas intensificadas que se están tomando para contener la malaria entre la población migrante, se está empleando un sistema móvil de seguimiento de dicha población para contribuir a la identificación y a predecir el desplazamiento de las personas, para así poder instalar puestos temporales para realizar diagnósticos, llegar a las comunidades y realizar otras actividades con rapidez.
«Debemos seguir de cerca los patrones de desplazamiento de las personas. Todo depende de la temporada y de los productos que se puedan encontrar en el bosque», explica Yves Bourny, director de la oficina camboyana del Consorcio de la Malaria (Malaria Consortium), uno de los asociados encargados de la implementación.
Un ejemplo es el puesto de atención de la malaria ubicado en un paso fronterizo no oficial en el pueblo de Okouk (provincia de Stung Treng). El puesto se encuentra en la frontera con Laos y lo dirigen los voluntarios sanitarios locales Ken Sreyleak y Choy Dom. Ken Sreyleak lleva nueve años trabajando como voluntaria y desplazándose en motocicleta a comunidades de difícil acceso. Con el paso de los años, ha visto disminuir los casos de malaria en la zona.
«Antes, de media 70 personas daban positivo en las pruebas de malaria cada mes. Ahora, son unas 30. Eso sí, mi trabajo puede ser duro, ya que las condiciones de las carreteras no son buenas», explica Ken Sreyleak.
Muchas personas que acuden para hacerse pruebas trabajan en unas obras cercanas. Seang Hean se trasladó a Okouk desde la capital, Phnom Penh, por motivos de trabajo y supo del puesto de atención de la malaria por un amigo. Es la primera vez que le realizan la prueba de la malaria y el resultado ha sido negativo. Debido a la corriente migratoria cada vez mayor de personas que se trasladan a la zona en busca de trabajo, los equipos de respuesta deben actuar con celeridad para evitar que la malaria se propague.
El desplazamiento de población es uno de los factores más importantes en la transmisión de la malaria. Si una persona con malaria no recibe tratamiento, puede transmitir la infección a los mosquitos sin malaria que le piquen. Este proceso puede resultar en un brote de malaria. Un equipo de voluntarios sanitarios de la comunidad que han recibido capacitación a nivel local, como Ken Sreyleak y Choy Dom, presta servicios in situ: los voluntarios realizan pruebas y diagnósticos y ofrecen tratamiento a migrantes y personas que se internan en el bosque y que trabajan en lugares de difícil acceso que constituyen focos de malaria. Así, se intenta que reciban tratamiento rápidamente, antes de que la enfermedad tenga tiempo de propagarse. Además, los voluntarios prestan servicios de atención preventiva: distribuyen mosquiteros tratados con insecticida, imparten clases sobre temas de salud y derivan pacientes en estado grave.
Al otro lado de la frontera, en Laos, la situación es parecida. Según el Dr. Bouasy Hongvanhthong, director del Centro de Malariología, Parasitología y Entomología (CMPE), la situación ha mejorado enormemente.
«En los últimos trimestres, no se han registrado casos de malaria en 80 de 145 distritos. Esto demuestra que seguimos progresando», afirma el Dr. Bouasy Hongvanhthong.
Laos, junto con los países limítrofes Camboya y Vietnam, ha prometido eliminar el Plasmodium falciparum, especie mortífera de parásito de la malaria, antes de 2025 y todas las especies causantes de la malaria antes de 2030, y parece ir por buen camino. Desde 2010, el número de casos de malaria en Laos ha descendido un 61%. Al igual que en Camboya, las acciones hacen especial énfasis en las poblaciones de difícil acceso de las regiones montañosas y de las zonas boscosas remotas a lo largo del río Mekong. En 2018, para garantizar que la lucha contra la malaria siguiera por el camino adecuado, el CMPE capacitó en el control y erradicación de la enfermedad a más de 2.000 trabajadores sanitarios y 1.500 trabajadores que realizan labores contra la malaria en pueblos.
«Debemos asegurarnos de que se siga informando de los casos adecuadamente, también cuando los casos de malaria descienden. Se tiende a bajar la guardia cuando disminuyen los casos», afirma el Dr. Bouasy.
El número de soldados infectados de malaria se ha reducido considerablemente, en comparación con periodos anteriores. Nuestro personal médico ha recibido capacitación y cuenta con el equipo y los suministros médicos adecuados para hacer frente a los casos que surjan en cualquier momento».
Para erradicar la malaria, es necesario llegar a todas las personas, por difícil que sea llegar a algunas. Uno de los programas que el CMPE implementa en la actualidad se centra en el ejército. Este último se considera un grupo de riesgo alto, porque su trabajo a menudo implica pasar temporadas largas dentro del bosque. Los datos sobre el ejército constituyen información confidencial, por lo que mapear los casos de malaria puede ser complicado, pero la capacitación y el abastecimiento de suministros médicos, junto con medidas de prevención como mosquiteros y repelentes de mosquitos, están contribuyendo a reducir el número de casos de malaria entre el personal militar.
Sin lugar a dudas, el camino que queda por recorrer para erradicar la malaria en los países de la subregión del Gran Mekong está plagado de desafíos, pero, con la continua tendencia a la baja de los casos de malaria, las personas que trabajan para lograr su erradicación se muestran positivas y confían en que sea posible en un futuro no muy lejano.
Información sobre el proyecto
El programa RAI2E —la Iniciativa regional sobre la resistencia a la artemisinina para la erradicación de la malaria— cuenta con un subsidio regional de 243 millones USD para impulsar la erradicación de la malaria por Plasmodium falciparum en la subregión del Gran Mekong entre 2018 y 2020. El RAI2E contribuye a la ampliación de cobertura de servicios contra la malaria en poblaciones remotas de zonas fronterizas y en otras poblaciones en riesgo. Asimismo, contribuye a la gestión de casos con voluntarios sanitarios y al refuerzo de los sistemas nacionales de vigilancia.
UNOPS es responsable de la gestión de los fondos del proyecto y de la realización de controles de calidad, seguimientos y evaluaciones. El Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria financia el programa y 34 asociados de toda la región lo implementan.
La implementación del programa de Camboya está a cargo de CARE, Catholic Relief Services, Health Poverty Action, el Centro Nacional de Parasitología, Entomología y Control de la Malaria, el Consorcio de la Malaria, Asociados para el Desarrollo y Population Services International.
En Laos, UNOPS trabaja en asociación con el Ministerio de Salud, la Organización Mundial de la Salud y organizaciones de la sociedad civil para respaldar las acciones que el país está realizando para controlar y erradicar la malaria.
El acceso a las ubicaciones de Laos que aparecen en el presente artículo ha sido posible gracias al apoyo del Gobierno de la República Democrática Popular Lao, gracias a la Lao Positive Health Association y al Ministerio de Salud (Departamento de Planificación y Cooperación Internacional, Departamento de Control de Enfermedades Transmisibles y Centro de Malariología, Parasitología y Entomología).