The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Semillas para un futuro sostenible

Este artículo se publicó hace más de dos años, por lo que algunos de los datos que contiene podrían estar desactualizados.

Alrededor de 5.700 familias de zonas rurales de Paraguay se benefician de mejoras en la seguridad alimentaria gracias a huertas familiares.

90%
Empoderamiento de las mujeres

El 90% de las personas beneficiarias del proyecto son mujeres, la mayoría de las cuales se consideran cabeza de familia.

En Paraguay, los efectos de la COVID-19, el incremento del costo de la vida y una sequía histórica de tres años de duración han provocado que se registren algunos de los índices de pobreza más elevados de la región. Dado que en torno al 70% de la población depende de la agricultura como su principal fuente de ingresos, la combinación de fenómenos meteorológicos extremos con los efectos socioeconómicos de la pandemia ha ocasionado escasez de alimentos y ha privado a muchas familias de una nutrición básica.

Para poner fin a esta situación, UNOPS apoya al Ministerio de Desarrollo Social con el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria mediante el suministro de kits con los que las familias pueden cultivar sus propias huertas. Gracias a la financiación de ITAIPU Binacional, las familias reciben herramientas esenciales que les permiten lograr que sus huertas prosperen. Entre otros, se les proporcionan semillas y plántulas, fertilizantes, fungicidas, regaderas y mallas para dar sombra.

Liz Yegros, de 27 años y madre de un hijo, mostró gran interés en participar en el proyecto. Puesto que debía hacer frente a unos gastos de sustento elevados sin contar con ningún tipo de ingreso, buscaba formas de reducir el gasto de su familia en alimentación y consumir alimentos más saludables al mismo tiempo.

Cuatro meses después de recibir los insumos necesarios para empezar a cultivar su huerta, comenzaron a crecer pimientos, coles, tomates y lechugas alrededor de su hogar en el asentamiento de Virgen de Caacupé, en la ciudad de Luque.

«Estoy muy feliz por esta oportunidad, nunca había hecho algo igual. Es una experiencia nueva para mí y estoy muy agradecida», explica Liz.

  • En su huerta, Liz Yegros se ocupa de sus cultivos, entre los que hay pimientos, coles, tomates y lechugas.
  • El Presidente Mario Abdo Benítez visita una de las ferias de agricultura local.
  • Las personas participantes recibieron educación financiera y generaron ingresos gracias a la venta de productos de las huertas, lo que permitió reactivar las economías locales en plena pandemia de COVID-19.

Con el fin de fomentar el desarrollo económico, las familias venden los excedentes de alimentos que cosechan en mercados locales y en sus comunidades. Para Liz, esta oportunidad supone poder seguir cuidando de su hijo a la vez que obtiene ganancias realizando un trabajo que disfruta.

«Ya no voy a dejar este trabajo porque me es muy útil», explica Liz. «Quiero continuar y dedicarme a esto permanentemente [...]. Nosotros casi ya no compramos verduras, comemos las que tenemos en nuestra huerta», añade.

Un año después del inicio del proyecto, el 90% de las huertas se encuentran activas y producen alimentos.

A través del proyecto Mi Huerta, se provee seguridad alimentaria a las familias de manera sostenible y ecológica. Tratamos de brindar capacitación en armonía con la naturaleza, porque hoy con el problema del cambio climático hay que ir generando el hábito de que el cultivo, la siembra y toda la producción esté alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente en lo que se refiere al cuidado del medio ambiente».

Mario Varela - Ministro de Desarrollo Social
130 USD
Medios de vida sostenibles

Además de satisfacer su consumo propio, cada familia generó en promedio ingresos de 900.000 guaraníes paraguayos (aproximadamente 130 USD) por cosecha al vender las verduras excedentes en ferias locales y en sus comunidades.

Gracias al respaldo del Ministerio de Agricultura y Ganadería, se ofreció a las familias capacitación técnica y apoyo posterior en materia de preparación del suelo, protección de la huerta, germinación de semillas, cosecha, mercadotecnia y preparación para la venta comercial.

Asimismo, se ofreció capacitación financiera para que las familias pudieran aprender sobre la administración de dinero y créditos. A fin de promover la participación de las mujeres, se creó una serie de videos educativos en español y guaraní para facilitar el intercambio de conocimientos acerca de las mejores prácticas en materia de cultivos.

«Mediante este proyecto hemos podido ver cómo las familias se han empoderado con conocimientos y competencias que les han ayudado a afrontar los desafíos cotidianos que ha planteado la pandemia», expresó Julio Portieles, Gerente de País de UNOPS en Paraguay.

«Meses después de que las familias cosecharan sus primeros alimentos, constatamos que muchas de ellas habían ampliado sus huertas, plantado nuevas semillas y desarrollado nuevos productos», añadió el Sr. Portieles.

Hasta el momento, en torno a 5.700 familias que viven en la pobreza o la pobreza extrema se han beneficiado de la creación de huertas familiares en los 14 departamentos de la Región Oriental.


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