The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Ayudar a más madres y a sus bebés: la historia de Catherine

Este artículo se publicó hace más de dos años, por lo que algunos de los datos que contiene podrían estar desactualizados.

En la segunda parte de nuestra serie, les presentamos a Catherine Nasike, madre de tres hijos y voluntaria sanitaria. En nuestro viaje, visitamos su hogar en Turkana, conocimos a su familia y a sus vecinos y pudimos vivir la experiencia de Catherine como voluntaria.

El trayecto de cuatro kilómetros que separa el centro de salud y la casa de Catherine está lleno de baches. Aunque el camino sin asfaltar apenas ofrece sombra, a menudo Catherine lo recorre a pie. A diferencia de muchos de sus vecinos, cuyos hogares están hechos con palos y hojas, Catherine tiene una casa de adobe de dos habitaciones.

  • En una serie que consta de tres partes, exploramos la realidad del embarazo y el parto en uno de los condados más pobres de Kenya.
The bumpy road

En el asentamiento, los tres hijos de Catherine: Gilbert, Alfred y Lucy, salen corriendo para saludar a su madre. En su casa, Catherine explica que, al igual que otras mujeres en su aldea, le corresponde a ella buscar alimentos y agua, cocinar para la familia y cuidar de sus hijos. 

«No hay agua corriente cerca. Tenemos que encontrar lugares de los que extraer agua. A veces, están muy alejados».

We need to ask

En mitad de una de las peores sequías que ha sufrido el país en su historia, los alimentos y el agua escasean en esta región. El ganado da poca leche y, según nos cuentan, para sobrevivir, la comunidad debe buscar frutas locales con las que elaborar purés y zumos.  

«Comemos una, quizá dos, veces por semana», explica uno de los vecinos de Catherine. «Hoy por hoy, aquí no crece nada».

Gilbert y Alfred son los encargados de buscar agua para su madre. Si desea acompañar a Alfred y Gilbert a buscar agua para su madre, desplace el cursor a la derecha.

  • De pronto, los chicos se detienen para cavar laboriosamente un agujero en el lecho seco y agrietado de un río, utilizando sus cubos como palas improvisadas.
  • Para encontrar agua, Gilbert y Alfred caminan por tierras semiáridas durante más de una hora.
  • Extraen toda el agua que pueden, que no es mucha, del agujero en el suelo antes de emprender el largo camino de vuelta a casa.

Ser voluntaria sanitaria

Catherine ha experimentado las dificultades a las que se enfrenta su comunidad, con lo que ha logrado ganarse el respecto de sus vecinos. No se toma a la ligera sus responsabilidades como voluntaria sanitaria.

Cada vez que se entera de que una mujer está embarazada, Catherine acude a visitarla lo antes posible para animarla a recibir atención prenatal. A menudo, remite a estas mujeres a la clínica e incluso las acompaña en sus visitas. Aboga alto y claro por el acceso de las mujeres a los servicios sanitarios, pero también por las mujeres, describe sus dudas respecto a los profesionales sanitarios y sus deseos de progresar. 

Explica: «Aquí, los hombres pueden tener varias esposas y deciden sobre todos los asuntos relativos a su salud».

«Una mujer no puede ir simplemente al centro de salud sin el consentimiento previo de su marido, o su padre o su hermano, en el caso de las mujeres solteras».

La situación resulta poco práctica, ya que a menudo los hombres de la comunidad se encuentran lejos ocupándose de sus rebaños durante varios días seguidos.

Catherine nos cuenta que en una ocasión trabajó con una joven de 15 años que, al estar soltera en aquella época, dependía de su padre para tomar decisiones sobre su salud. Gracias a su formación como voluntaria sanitaria, Catherine sospechó que la joven podía tener un parto difícil y animó a su padre a que la llevara a la clínica cuando empezara el parto. El esfuerzo mereció la pena.

«No estaba allí cuando realmente empezó a sufrir dolor. Otras personas la llevaron al centro de salud y tanto a ella como a su bebé les fue bien. Me alegré muchísimo porque acudió gracias a mí», recuerda.  

«Animo a mi gente para que pueda cuidar de sí misma y de sus hijos. Así se impide que las madres pierdan a sus recién nacidos».

En la comunidad turkana, las madres suelen ser muy jóvenes y más propensas a experimentar complicaciones durante el parto. Catherine cree que su trabajo como voluntaria sanitaria ayuda a impedir las muertes evitables de madres e hijos.

Al reflexionar sobre sus propios partos, considera que la información y el apoyo que ofrece la comunidad de voluntarios sanitarios son de gran ayuda. Catherine tuvo a su hijo Gilbert con solo 16 años y su embarazo fue complicado. Tuvieron que llevarla en boda boda (mototaxi) al hospital de referencia del condado en Lodwar. Llegó con complicaciones y tuvo que esperar varios días para dar a luz, ya que el hospital no estaba equipado para atenderla durante el fin de semana.

«Si hubiera sido ahora, habría sido diferente», afirma. «Habría recibido mucha más ayuda y el hospital habría podido atender el parto en cualquier momento sin tener que esperar».

De vuelta al camino lleno de baches, dejamos atrás Kangatosa para dirigirnos al hospital de referencia del condado, que se encuentra en Lodwar, la capital de Tukana, con el objetivo de saber cómo han cambiado las cosas en el centro con los años.

Visita a una maternidad en Kenya

Las mujeres embarazadas recorren hasta 500 kilómetros para llegar a este lugar

Tiempo de lectura: 5 min

Información sobre el proyecto:

Kenya tiene una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del mundo. Según información del Banco Mundial, por cada 100.000 nacidos vivos, aproximadamente 510 mujeres pierden la vida durante el embarazo o el parto. Para ayudar a resolver el problema, UNOPS presta apoyo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia con el objetivo de reducir la mortalidad materna y fortalecer los servicios sanitarios en cinco de los condados más afectados de Kenya. Turkana es uno de ellos.  

Como parte de este proyecto de 12 millones de dólares, financiado por el Departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno del Reino Unido (DFID), se rehabilitaron 57 centros de salud para incorporar en ellos una amplia gama de tecnologías ecológicas y soluciones basadas en la energía solar, diseñadas para minimizar el uso de electricidad y proporcionar acceso al suministro de agua. Se impartió una formación de casi 500 días a voluntarios de la comunidad y a trabajadores sanitarios con la que se capacitó a más de 14.000 personas.

El proyecto se finalizó en junio de 2018 y las instalaciones se entregaron durante 2017 y 2018. Se estima que actualmente 1,6 millones de personas se benefician de ellas (según la población de la zona de actividad) en los cinco condados: Garissa, Homabay, Kakamega, Nairobi y Turkana.

UNOPS en Turkana  

En Lodwar, el equipo del proyecto renovó la maternidad del hospital del condado, se modernizaron las habitaciones y se amplió el espacio para las mujeres y el personal que emplean las instalaciones. Se ha construido un nuevo quirófano exclusivo para intervenciones quirúrgicas relativas a la salud materna e infantil.  

En Kangatosa, se ha establecido una maternidad equipada con tecnologías ecológicas, financiada por el Fondo Internacional para el Clima a través del DFID, incluido el montaje de paneles solares y lámparas energéticamente eficientes que permiten que esta instalación sin conexión a la red funcione íntegramente con energía solar.


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