Kharkiv, antaño hogar de 1,5 millones de personas, se encuentra a tan solo 35 kilómetros de la frontera de Ucrania con Rusia. En febrero de 2022, las fuerzas rusas atacaron la ciudad entre las primeras grandes urbes durante su invasión a gran escala. Tras meses de incesantes bombardeos y ataques con misiles que causaron destrucción y desplazamientos generalizados, la población de Kharkiv finalmente tuvo cierto respiro en otoño de 2022. Las tropas rusas se retiraron de las afueras de la ciudad y disminuyeron los bombardeos.

No obstante, casi tres años después, Kharkiv sigue enfrentándose a amenazas constantes. La ciudad sigue siendo blanco de drones de combate, misiles y bombas planeadoras, muchos de los cuales evaden las defensas aéreas debido a la proximidad de Kharkiv a la frontera rusa. Las autoridades municipales informan de que aproximadamente 160.000 residentes de Kharkiv han perdido sus hogares debido a los daños y la destrucción. Más de 8.300 edificios residenciales de la zona se han visto afectados.

En el distrito de Saltivka, en el norte de Kharkiv, una de las zonas más afectadas, Liudmyla Sydorenko trabaja para la ONG local Peaceful Heavens of Kharkiv. Durante los últimos meses, su principal tarea ha sido coordinar el acceso a las viviendas de la población para que el personal pueda sustituir las ventanas y puertas dañadas. En caso necesario, también se efectúan pequeñas reparaciones en paredes, suelos y techos. Esta iniciativa forma parte de un proyecto financiado por el Gobierno de Japón e implementado por UNOPS.

«La mayoría se alegraron al enterarse de las obras y, aunque no pudieran venir en persona, encontraron la manera de que el personal entrara en sus apartamentos», cuenta Liudmyla.

Desde 2023, UNOPS y el Gobierno de Japón trabajan para rehabilitar viviendas en Kharkiv. El proyecto se centra en la reparación de edificios que sufrieron daños en 2022 pero conservan su solidez estructural, reemplazando ventanas y puertas y reparando tejados y fachadas. El objetivo es proporcionar a la población espacios de vida seguros y habitables y ayudar a revitalizar las comunidades destrozadas por la guerra.

Liudmyla es una de las numerosas personas que se dedican a movilizar a la comunidad y actúa como enlace vital entre el equipo del proyecto, la población local y los contratistas que llevan a cabo las reparaciones.

Hablando sobre el impacto del proyecto, Liudmyla señala el aspecto psicológico del apoyo procedente del exterior: «Esta ayuda es crucial porque la gente ha empezado a perder la esperanza. Sus hogares lo son todo para estas personas. Han invertido años de su vida en estas viviendas, así que perderlas es inimaginable. El hecho de que Japón preste este tipo de ayuda significa mucho para quienes vivimos en Kharkiv, y es un gran ejemplo a seguir».

El proyecto ha facilitado reparaciones en 13 edificios residenciales, que abarcan más de 800 apartamentos individuales, así como accesos, fachadas, zonas comunes y tejados. Conforme se acerca el invierno, más de 3.500 residentes podrán disfrutar de espacios de vida rehabilitados.

«Las reparaciones son modestas, pero funcionalmente esenciales», explica Valentyn Siekachov, un ingeniero civil que trabaja para UNOPS en Kharkiv. «Nos hemos centrado en garantizar que los espacios de vida de la población se mantengan cálidos y debidamente protegidos de las inclemencias del tiempo. Una de nuestras prioridades ha sido maximizar el impacto de los fondos que nos ha confiado el Gobierno de Japón y llegar al mayor número de personas posible».

Liudmyla admite que el trabajo realizado representa una ínfima parte de lo que se necesita para devolver a Kharkiv su antiguo esplendor. Aun así, ella cree que cada paso es crucial.

«Hay tanto que hacer, y tanto que queremos lograr», subraya. «Me encantaría que los niños y niñas pudieran disfrutar de las fiestas [...] y sería estupendo ver partidos de fútbol en el estadio municipal. La recuperación de Kharkiv supone un largo camino, y no hay pasos más grandes o más pequeños a medida que avanzamos. Cada pequeño cambio importa».

Este proyecto, que llega a su fin, deja un legado que puede servir a Kharkiv en los próximos años. Valentyn Siekachov y Andrii Istomin, ingenieros civiles de UNOPS que participaron activamente en el diseño y supervisión de las soluciones técnicas del proyecto, señalan que algunos de los enfoques tienen el potencial de utilizarse como estándares en la renovación de edificios residenciales.

«También hemos dejado huella gracias a nuestra cooperación con las constructoras locales, nuestros contratistas. En lo que respecta a la salud y la seguridad y las normas internacionales de manipulación de materiales peligrosos, creo que trabajar con nosotros les ha resultado una experiencia formativa. Tendrán una mayor capacidad para asumir estas tareas en el futuro», añade Andrii.

El proyecto se llevó a cabo en un entorno muy desafiante, y el trabajo no fue nada fácil. 

«Gestionar las expectativas ha sido realmente complicado. El proyecto no abordó cuestiones de embellecimiento y estética, sino que se centró en intervenciones funcionales», explica Liudmyla. «Hemos sufrido retrasos en los plazos en algunos lugares, y los continuos cortes de electricidad no han ayudado. Pero son problemas que cabía esperar en este contexto».

Liudmyla espera que continúe el apoyo a Kharkiv y que más personas puedan beneficiarse de las reparaciones.

«Sé que algunas personas creen que ahora no es el momento para este tipo de reparaciones», afirma, refiriéndose a los llamados a posponer las labores de rehabilitación hasta que termine el conflicto. «No estoy de acuerdo. Las personas que viven en Kharkiv y otras zonas cercanas a la primera línea merecen una vida digna, lo que empieza por tener un hogar seguro. Realmente espero que este tipo de ayuda continúe y aumente, y que veamos a Kharkiv florecer de nuevo».