The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Reflexión

Para construir un mundo mejor, debemos cooperar en caso de desastre

Cuando hay un desastre, colaborar para ayudar a las comunidades afectadas no solo contribuye a su recuperación, sino que también puede encaminarlas hacia un futuro más resiliente y sostenible.

Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y ponen en peligro a algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Ciclones, lluvias torrenciales e inundaciones, así como sequías prolongadas, destruyen vidas y repercuten negativamente en el desarrollo.

Tenemos que dejar de centrarnos únicamente en responder a las necesidades inmediatas tras los desastres naturales y centrarnos también en reducir los riesgos y la vulnerabilidad a las perturbaciones climáticas para apoyar el desarrollo sostenible a largo plazo.

Para ayudar a mitigar las consecuencias cuando se produce un desastre natural, necesitamos esfuerzos de recuperación temprana que aumenten la resiliencia de la comunidad. En este sentido, las alianzas de múltiples partes interesadas desempeñan un rol clave.

A través de alianzas eficaces, podemos ayudar a reunir y compartir los conocimientos, la experiencia y los recursos técnicos y financieros necesarios para construir un futuro más resiliente.

Cuando el ciclón Idai azotó Zimbabwe en marzo de 2019, desarraigó comunidades, dañó infraestructura vital y destruyó medios de subsistencia. Aproximadamente 50.000 hogares quedaron destruidos y más de 60.000 personas fueron desplazadas. Nueve distritos del país sufrieron daños por valor de 622 millones USD.

La magnitud de la devastación era tal que un país no podía gestionarla solo. Este nivel de destrucción exigió la colaboración entre la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales, no gubernamentales e internacionales, todas ellas trabajando por el mismo objetivo: la recuperación y la resiliencia.

En el marco del Proyecto de Recuperación de Zimbabwe tras el Ciclón Idai, financiado por el Banco Mundial y gestionado por UNOPS, 8 organizaciones de las Naciones Unidas, 12 organizaciones no gubernamentales y el Gobierno de Zimbabwe colaboraron para apoyar al país en su camino hacia delante.

Para garantizar la implementación eficaz del proyecto, UNOPS creó y gestionó la Unidad de Implementación del Proyecto, que se encargó, entre otras cosas, de la gestión del proyecto y la supervisión financiera, la gestión de las salvaguardias ambientales y sociales y la gestión de las partes interesadas.

Bajo la coordinación de UNOPS, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Internacional para las Migraciones, UNESCO, UNICEF, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud trabajaron conjuntamente para evaluar las pérdidas y los daños causados por el ciclón, así como para desarrollar una estrategia de recuperación y resiliencia a largo plazo que abordara las necesidades en materia de seguridad alimentaria, medios de subsistencia, salud, educación, agua y saneamiento e infraestructura.

Este planteamiento ayudó a superar los silos que a menudo surgen entre los distintos sectores y mejoró la coordinación entre las partes interesadas, lo que se tradujo en una respuesta más eficaz y eficiente.

¿El resultado?

La rehabilitación de centros de salud, sistemas de abastecimiento de agua e instalaciones de saneamiento, escuelas, sistemas de riego, microcuencas y carreteras que conectaban a las personas con los servicios, es decir, infraestructura vital para las más de 346.000 personas que viven en las comunidades afectadas.

Construir para el futuro

Los planos de diseño y los cálculos utilizados para la infraestructura construida en el marco del Proyecto de Recuperación de Zimbabwe tras el Ciclón Idai se entregaron a los Gobiernos locales para apoyar prácticas locales de construcción más resilientes.

Servicios de salud integrados y respuesta a la violencia de género para más de 672.000 personas, incluidas más de 3.600 personas desplazadas internas.

Oportunidades de empleo en proyectos de infraestructura de gran densidad de mano de obra y centrados en la comunidad para más de 5.200 miembros de la comunidad, casi la mitad de los cuales eran mujeres, lo que ayudó a desarrollar la capacidad y la resiliencia de la comunidad al proporcionar las aptitudes necesarias para el desarrollo de infraestructura.

Capacitación de las autoridades locales sobre el funcionamiento y mantenimiento de la infraestructura construida, para garantizar que siga funcionando correctamente para las comunidades.

Asimismo, una gobernanza y una preparación ante el riesgo de desastres más sólidas para el Gobierno nacional y local de Zimbabwe, gracias a los sistemas de alerta temprana e información sobre riesgos desarrollados para informar sobre la preparación ante el riesgo de desastres y la planificación de contingencias.

El proyecto no solo contribuyó a la recuperación tras un desastre natural devastador, sino que también ayudó a sentar las bases de comunidades más resilientes que puedan soportar futuros desastres relacionados con el clima.

Las lecciones aprendidas de este proyecto podrían aplicarse más ampliamente a otros países tanto de la región como del resto del mundo.


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