The United Nations Office for Project Services (UNOPS)
La tecnología de asistencia merece atención urgente
¿Cómo podemos mejorar la calidad de vida de los 2.500 millones de personas que necesitan tecnología de asistencia para gozar de una vida más plena?
La tecnología de asistencia ayuda a las personas a ver, oír, comunicarse y moverse, entre otras cosas. Les permite trabajar, estudiar y simplemente relacionarse con otras personas. Esto hace que la tecnología de asistencia constituya una forma eficaz de acelerar el desarrollo sostenible que puede además contribuir a alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y en especial los relativos a la pobreza, la salud, la educación, la igualdad de género, el trabajo decente, la innovación y la desigualdad.
Una silla de ruedas, una prótesis, unas gafas o un audífono pueden marcar la diferencia entre el fracaso y el éxito escolar, entre el empleo y el desempleo, entre una vida llena de oportunidades o una vida de dependencia. El acceso oportuno a una tecnología de asistencia adecuada puede permitir a los niños y niñas jugar y aprender, y a las personas de más edad trabajar, viajar y participar en la vida familiar y comunitaria.
Acceso desigual
La tecnología de asistencia puede cambiar la vida de las personas con discapacidad, así como la de las personas mayores, con lesiones y con afecciones crónicas. En la actualidad, alrededor de 2.500 millones de personas necesitan al menos una forma de tecnología de asistencia, y en 2050 esta cifra probablemente aumentará hasta los 3.500 millones. Sin esta tecnología, más del 30% de la población mundial tendría dificultades para satisfacer sus necesidades humanas más básicas.
No obstante, cientos de millones de personas no disponen de la tecnología de asistencia que necesitan. En los países de ingresos altos, el 90% de la población tiene acceso a ella, pero en los países más pobres esta cifra desciende al 10%. Además, en algunos países, solo el 3% de la población que la necesita puede acceder a ella.
Esta desigualdad convierte a la tecnología de asistencia en una cuestión importante en materia de justicia social y desarrollo. Al permitir que esta falta de acceso perdure, estamos dejando atrás a una parte de la población, a menudo literalmente. El acceso a la tecnología de asistencia es un derecho humano, por lo que debemos redoblar nuestros esfuerzos para garantizar que todas las personas tengan acceso a ella cuando la necesiten, y que esta sea segura, eficaz y asequible.
Cumplir la promesa de la Agenda 2030
La ausencia de tecnología de asistencia, especialmente en las regiones más pobres del mundo, aumenta las desigualdades sociales y económicas ya existentes. Resulta más difícil salir de la pobreza, por ejemplo, si no se puede trabajar.
Cuando se impide a miles de millones de personas participar plenamente en la educación, el mercado laboral y la vida cívica, naturalmente se perjudica el progreso general hacia el logro de la Agenda 2030. Fijémonos, por ejemplo, en las escuelas. Los sistemas educativos deben integrar tecnologías de asistencia e infraestructura accesible para garantizar una verdadera inclusión y la reducción de las desigualdades. El acceso de los niños y niñas de los países de ingresos bajos o medianos a la tecnología de asistencia puede suponer una diferencia de 100.000 USD en su renta a lo largo de su vida, lo que puede ayudarles a escapar de la pobreza.
Invertir en tecnología de asistencia también es lógico desde el punto de vista económico.
Un estudio de ATscale señala que por cada dólar invertido en el suministro de artículos de asistencia cabe esperar un rendimiento de 9 USD gracias a la mejora de los resultados educativos entre las personas usuarias más jóvenes, un empleo mejor remunerado y una mayor productividad entre las personas adultas, así como una reducción de los costos en atención de la salud a más largo plazo derivados de complicaciones en la salud y una disminución de los problemas causados por el envejecimiento.
No podemos ignorar la tecnología de asistencia, un importante componente de la atención de la salud primaria, si esperamos alcanzar la cobertura universal de salud. Uno de los objetivos clave de la Agenda 2030 es garantizar que todas las personas, en cualquier parte del mundo, puedan acceder a los servicios de salud que necesitan sin tener que sufrir dificultades económicas.
Toda la población, incluida aquella afectada por emergencias humanitarias, debe tener acceso a los sistemas nacionales de tecnología de asistencia, en especial durante las fases más críticas de las respuestas de emergencia. Durante los conflictos armados y otras situaciones de emergencia, la tecnología de asistencia puede salvar vidas al ayudar a las personas a escapar de entornos peligrosos y permitirles acceder a servicios humanitarios vitales como alimentos, agua, refugios, atención de la salud y protección.
Obstáculos al progreso
A fin de que las personas puedan acceder a la tecnología de asistencia, es preciso que conozcan las opciones disponibles. En los países de ingresos bajos y medianos, es posible que las comunidades, el personal de salud y el personal docente no conozca la existencia de la tecnología de asistencia o las oportunidades para acceder a ella. Es importante trabajar con múltiples sectores, Gobiernos, proveedores de servicios, organizaciones no gubernamentales y el sector privado para involucrar a las comunidades y proporcionar información sobre el acceso y la disponibilidad a nivel local.
Asimismo, muy pocos países del mundo cuentan con políticas o programas nacionales sobre la tecnología de asistencia. Incluso en los países de ingresos altos, la disponibilidad de tecnología de asistencia puede ser limitada o no estar incluida en los planes de salud y bienestar.
Al analizar las cadenas de suministro, se observa que a menudo la tecnología de asistencia no se encuentra disponible debido a fallos del mercado. Los mercados de productos de asistencia son complejos y con frecuencia funcionan de forma ineficaz o ineficiente. La combinación de una demanda limitada, fragmentada e incierta con proveedores de escasa calidad y retrasos en la aprobación normativa contribuye a agravar el problema. Además, a esto se suma el hecho de que la financiación mundial para cuestiones relacionadas con la discapacidad apenas representa el 0,5% de toda la asistencia para el desarrollo.
Tomemos como ejemplo las sillas de ruedas. En todo el mundo, más de 75 millones de personas necesitan una silla de ruedas adecuada. Sin embargo, hasta el 95% de quienes las necesitan no tienen acceso a ellas. Aproximadamente el 80% de las personas que requieren una silla de ruedas viven en países de ingresos bajos y medianos. Los principales fabricantes del mundo no se centran en estos países, ya que en ellos la financiación pública para la adquisición y el suministro de sillas de ruedas es limitada. En cambio, el mercado internacional de estos artículos, que representa alrededor de 4.500 millones USD, se orienta principalmente a los países de ingresos altos.
No existe una solución única
La tecnología de asistencia debe ser asequible, duradera, segura y eficaz. La disponibilidad de capacitación, servicios de reparación y mantenimiento periódico de la tecnología de asistencia puede influir de manera decisiva en la eficacia del uso de un artículo de asistencia.
En Nepal, Nirmala y Khendo, de siete años, resultaron gravemente heridas y perdieron una pierna cuando un terremoto sacudió el país en abril de 2015. Gracias al apoyo de una ONG local, las niñas recibieron prótesis seis meses después del terremoto, y sus prótesis se adaptan cada seis meses conforme crecen, lo que garantiza su continua movilidad. Este es un claro ejemplo de que la tecnología de asistencia funciona cuando se adapta a cada persona.
Actualmente, 2.500 millones de personas necesitan asistencia, y dado que esta cifra sigue aumentando con rapidez, no cabe duda de que tenemos mucho trabajo por delante.
Si queremos hacer frente a este desafío mundial, es preciso que las personas encargadas de la toma de decisiones en los Gobiernos, la sociedad civil, los organismos de desarrollo y el sector privado asuman el reto con determinación y creen condiciones de mercado adecuadas y un entorno inclusivo que permita prosperar a las personas que necesitan tecnologías de asistencia.
Sabemos lo que hay que hacer, así que hagamos realidad el acceso a la tecnología de asistencia para todas las personas que la necesitan.
Pascal Bijleveld
Pascal Bijleveld cuenta con más de 20 años de experiencia en liderazgo en el ámbito del desarrollo mundial a nivel nacional, regional y mundial. Ha trabajado en los sectores público y privado con McKinsey, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, CHAI y Gavi. En su puesto actual de Director General de ATscale, trabaja para mejorar el acceso a la tecnología de asistencia en países de ingresos bajos y medianos.